Between skies on fire and colored grounds
Author: Liza Forero
The dawn arrives without haste and with silent giving way to the eleventh sun of our peaceful stay. While the sky is in chromatic flames that are appeased with the passing of minutes, I breathe in the cold air and fill myself with calm and peace, an ephemeral and volatile peace that can only be achieved in those small moments of privacy between an infinite landscape and the soul.
The sunrise ends, and it predicts us a sunny and calm day. I see reflected in my partners the fatigue of the hard work and effort they used in this dream, in this experience turned into a tangible reality, but at the same time, I see reflected in the new perspectives and yearnings of new adventures.
Fatigue manifests itself in some of us in illnesses and in others in long silences, but we decided to give the space and the time that each one needs so they can recover while the rest of us cover all the tasks, like the team that we are, to be able to fulfill the objectives set before.
During our EVA I cannot avoid comparing the diverse range of colors that this place offers me and how it varies according to the time, according to the place and according to the perceptible beyond the view. The different lines of colors that range from violet to green and red make me believe that this space is a canvas that is renewed and that changes every day, bringing new teachings, new perspectives, new reflections.
Excited to see the geological wealth offered by a small area in the middle of the desert, my partners and I rejoiced and marveled at the sight of our feet small pieces of history, history petrified for hundreds of years and that manifests itself to our eyes in small fossils and rocks of multiple shapes and colors. Before such distraction, the minutes fly and we remember that we must return to where our friends are waiting for us to listen to our experience in the field.
The day ends, and the colors dissipate on the horizon, we know that the countdown begins and that the last days in this desert paradise must be treasured to remember them with pleasure while each one continues his own way to new adventures.
Entre cielos de fuego y suelos de colores
Autor: Liza Forero
El alba llega sin prisa y silencioso dando paso al onceavo sol de nuestra apacible estancia. Mientras el cielo se encuentra en llamas cromáticas que se apaciguan con el pasar de los minutos, respiro el aire frío y me lleno de tranquilidad y paz, una paz efímera y volátil que sólo puede conseguirse en esos pequeños momentos de privacidad entre un paisaje infinito y el alma.
El amanecer termina y consigo pronostica un día soleado y tranquilo. Veo en mis compañeros reflejado el cansancio del trabajo y esfuerzo empleado en este sueño, en esta experiencia convertida en una realidad tangible, pero a la vez logro ver reflejado en ellos nuevas perspectivas y añoranzas de nuevas aventuras.
El cansancio se manifiesta en algunos de nosotros en enfermedades y en otros en largos silencios, pero decidimos dar el espacio y el tiempo que cada uno necesita para que se recuperen mientras los demás cubrimos todas las labores y así entre todos, como el equipo que somos, poder cumplir con los objetivos trazados.
Durante nuestro EVA no puedo evitar comparar la diversa gama de colores que me brinda este lugar y cómo esta varía de acuerdo a la hora, de acuerdo al lugar y de acuerdo a lo perceptible más allá de la vista. Las diferentes líneas de colores que van desde violetas hasta verdes y rojizos me hace creer que este espacio es un lienzo que cada día se renueva, que cada día muta, trayendo consigo nuevas enseñanzas, nuevas perspectivas, nuevas reflexiones.
Emocionados de ver la riqueza geológica que nos ofrece una pequeña zona en medio del desierto, mis compañeros y yo nos regocijamos y maravillamos al ver a nuestros pies pequeños trozos de historia, historia petrificada por cientos de años y que se manifiesta ante nuestros ojos en pequeños fósiles y rocas de múltiples formas y colores. Ante tal distracción los minutos vuelan y recordamos que debemos volver a donde nos esperan para escuchar nuestra experiencia en campo.
El día se termina y los colores se disipan en el horizonte, sabemos que la cuenta regresiva empieza y que los últimos días en este desértico paraíso debemos atesorarlos para luego recordarlos con agrado mientras cada uno continúa su propio camino a nuevas aventuras.